El Vicepresidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Sevilla – Vía de la Plata, Manuel Oliva nos trae este relato medio poético sobre la Vía de la Plata que nos llevará hasta el año 2002, donde conoceremos como estaba la Vía de la Plata en ese año y como ha cambiado diez años después.
Desde la Federación Andaluza de Amigos del Camino de Santiago os invitamos a que leáis este relato, esta experiencia de Manuel Oliva y como no, os invitamos a que cojáis vuestra mochila e iniciéis esta peregrinación hasta Santiago de Compostela por la Vía de la Plata.
Caminando por la Plata….
Vía de la Plata… Camino de comunicación mercantil y cultural, que une el sur con el norte, el norte con el sur de esta nuestra tierra… Iberia, Hispania, España… durante siglos utilizada por sus pobladores, mercaderes y visitantes. Lugares y poblaciones de Paso, de asentamientos militares, de ganaderos y agricultores, de órdenes religiosas, de constructores de puentes, palacios y catedrales.
Que un día de hace muchos años… también utilizaron peregrinos…
Y que hoy, metidos en el siglo XXI, siguen utilizando peregrinos a Santiago…
Fue a primeros de los años 90 del siglo pasado, cuando un pequeño grupo de entusiastas y visionarios, emprendieron la labor de recuperar este histórico camino a Santiago. Ya por entonces, personas y asociaciones relacionadas con el mundo Jacobeo, se habían reunido y organizado en la recuperación del Camino de Santiago, también conocido como Camino Francés. Y alguno de ellos quisieron continuar esa labor en otros caminos… en otras tierras. Encontraron colaboración y ayuda en paisanos de la Plata, de Sevilla, de Zafra, de Cáceres, de Fuenterroble, de Zamora, de Ourense…
Así se trazó y señalizó el Camino de Santiago por la Vía de la Plata, y se fundaron Asociaciones de Amigos del Camino, para continuar la labor emprendida por aquellos visionarios. Labor de difusión e información, de publicaciones y visitas a instituciones de poblaciones por las que pasa el camino.
A principio del siglo XXI, y con casi 10 años de recuperación del actual Camino. Eran varios cientos de peregrinos los que recorrían sus paisajes y pisaban sus milenarias piedras, este año pasado 2012, han sido varios miles de caminantes y ciclistas los que han realizado el Camino a Compostela.
Mi Camino por La Plata…
Esta historia comienza una mañana de primavera en mi casa de Triana, en Sevilla, por donde a pocos metros transita el camino a Santiago por la Vía de la Plata. Semana Santa del año 2002. Con la ilusión de un niño, empezaron mis pasos a sonar por las calles de mi barrio… con una meta… Compostela. Días hermosos de placidas y soleadas mañanas, de largas y templadas tardes, de suaves y cortas noches.
El Camino, está perfectamente señalizado con flechas amarillas, esas humildes y sencillas señales, que utilizan las asociaciones Jacobeas para tranquilidad y compañía de los peregrinos. También algunos Miliarios acompañan al caminante… Miliarios originales que llevan casi dos mil años diciéndole al caminante donde se encuentra… Modernos Miliarios colocados en cruces de caminos, como símbolos de una Vía, como homenaje a viejos caminantes, acompañan los pasos del peregrino.
Caminos forestales, de concentración parcelaria, pequeñas carreteras locales, andaderos y senda de todo tipo, utiliza el caminante para, etapa a etapa, avanzar hacia su meta. Grandes e históricas ciudades, Sevilla, Zafra, Mérida, Cáceres, Salamanca, Zamora, Astorga, Ourense… medianas poblaciones agrícolas y ganaderas… pequeños pueblos arraigados a sus costumbres. Dehesas… encinas, alcornoques, acebuches y quejigos. Tierras de olivos y viñas. Campos de cereales. Valles y montañas… castaños, matorrales, nogales y pinares.
En aquel año de primeros de siglo XXI, la referencia sur norte, la marcaba la N-630, muchos finales de etapa, estaban a pie de carretera, donde se encontraba alojamiento en los pocos albergues para peregrinos que había, en antiguas escuelas, en locales de protección civil, en polideportivos abiertos por los ayuntamientos, en salones sociales, en pensiones y pequeños hoteles.
Historias y anécdotas para recordar, de vecinos recomendando la carretera general, porque era más rápida y directa que el camino señalizado, de paisanos asombrados de que pasasen personas cargadas con mochilas, que no quieran tomar el autobús para ir a la siguiente población. Entender que el Camino de Santiago pasa por sus calles, no era tarea sencilla, la cultura jacobea no existía en estos pueblos de Andalucía, Extremadura, Castilla Y león. Quizás Galicia si podía ser una excepción, aunque fuese entrando por las altas tierras de la Gudiña, camino de Ourense.
Camino de soledades, donde la poca compañía solo se encontraba en algún otro peregrino al final de la etapa, y en los lugareños que pasaban la tarde en las plazas y calles de pequeñas poblaciones, a la sombra de una vieja encina.
Y Compostela… Y el Obradoiro para llorar y reencontrarse a si mismo…
Mi otro Camino por la Plata…
Diez años después vuelvo a empezar el Camino desde la puerta de mi casa. Otra vez primavera, pero ahora del 2012… y con la misma ilusión se agolpan los sentimientos y recuerdos en cada paso por las calles de mi barrio.
El Camino sigue estando perfectamente señalizado, incluso más aún, porque han colocado en la mayoría de las poblaciones azulejos indicando el camino. Otras muchas señales y pequeños cubos a modo de modernas indicaciones, llenan los caminos y los senderos. Más modernos Miliarios y símbolos jacobeos… bordones, calabazas, vieiras, se encuentran por todos los caminos, y en todos los territorios.
Percibo grandes obras de infraestructuras públicas… autovías, pasillos de trenes de alta velocidad, grandes viaductos, que en algunos caso modifican ligeramente el trazado de la ruta Jacobea. Amplias urbanizaciones a la entrada y salida de algunas ciudades. Pero el camino en general permanece con igual belleza, escondido a tramos del avance del deseado y odiado por igual progreso.
Hay albergues para peregrinos, en todas las poblaciones. Muchos municipales o construidos por administraciones, otros parroquiales, y algunos privados, para comodidad y deleite del caminante, que ya no necesita buscar donde dormir, ni pedir un cobertizo a algún vecino, o solicitar a la policía local que le deje dormir en el polideportivo.
Las sencillas guías en papel, han pasado a completísimas informaciones de todo tipo en formato digital. Diminutos aparatos con señales GPS, teléfonos móviles con descarga de mapas, distancias y servicios que se pueden encontrar en todas y cada una de las poblaciones. Y aunque la siempre humilde flecha amarilla acompaña al caminante, cada vez parece que se necesita menos de su presencia.
Los vecinos de los pueblos, se han acostumbrado al paso de peregrinos y hacen suyo el Camino a Santiago. Reconocen a los caminantes y les agradan que personas de decenas de nacionalidades y diversos idiomas paseen por sus calles y plazas. Los bares y restaurantes indican en pizarras el imprescindible “menú del peregrino” y algunos párrocos, después de las misas, imparten la bendición a los peregrinos, y sellan credenciales.
Muchos albergues en primavera cuelgan el letrero de completo. Algunos son atendidos por hospitaleros permanentes y otros por voluntarios. Cada vez quedan menos lugares de acogida y refugios provisionales. Hoy todos tienen agua caliente en sus duchas y cómodos colchones donde descansar.
El sentimiento de soledad ha desaparecido, y el encuentro con peregrinos es constante, caminantes solitarios encuentran compañía y tertulia en otros peregrinos, en los cada vez más mejores y confortables albergues de la Vía.
Solo las encinas, olivos y viñas… parecen inalterables en el paso de estos diez años. Continúan allí presentes e inmóviles al paso de los ya miles de peregrinos.
Puentes romanos y medievales, pórticos de ciudades, murallas defensivas, miliarios, calles y plazas mayores, y sobre todo caminos… interminables caminos… que hacen inalterable el peregrinar por la Vía de la Plata hasta Santiago.
Y Compostela… Y el Obradoiro para llorar y reencontrarse a si mismo…
Fotografía: web Camino de Santiago Consumer