Esta semana vamos a conocer Torredelcampo, segundo municipio que atraviesa el peregrino tras comenzar en la capital del Santo Reino.
Torredelcampo ocupa un escogido emplazamiento en mitad de ladera, con las sierras de la Grana y Jabalcuz a la espalda y la campiña a sus pies. Al igual que los términos colindantes, el de esta villa se pobló tempranamente con una multitud de recintos fortificados de la cultura ibérica, como los de Cerro Miguelico o las Atalayuelas, esquema de poblamiento que se perpetuaría en las aldeas y villas romanas cuyos restos afloran por doquier. El núcleo urbano actual, por su parte, se relaciona con el vecino Cerro Miguelico. Al despoblarse éste a partir de los siglos I y II, la población se dispersó por las huertas al hilo de los arroyos, más abajo.
En época andalusí, varios caseríos se aglutinarían a la vera del camino de Jaén a Córdoba en la qaria o alquería de Mary Turrus, adscrita a Jaén o Martos. El enclave, como muchos otros de la comarca, se fortifica en los siglos XII y XIII. Cuando Torredelcampo y los castillos aledaños pasan al bando nazarí, se ven en pleno campo de batalla. Con Martos en poder de la orden de Calatrava, la conquista no se hizo esperar, siendo ganada por Fernando III en los prolegómenos de la rendición de Jaén. Desde este momento, la incipiente villa participa de los convulsos tiempos que van hasta el fin de la Edad Media. Se menciona su nombre en 1275, cuando un ejército nazarí que asolaba la campiña es derrotado en sus cercanías. En 1457, Enrique IV concentra en Torredelcampo la logística de una expedición contra Granada. Por su fortaleza, identificada por la tradición con el desaparecido castillo de la Floresta, pasan el condestable don Miguel Lucas de Iranzo y el maestre de Calatrava, caudillos de las facciones enfrentadas de partidarios y enemigos del rey en la guerra civil de mediados del XV. El ambiente bélico y la señorialización del campo fomentó el encastillamiento de poblados y cortijos en esos años. Entonces se afianzó el rosario de torres, casas fuertes y castillos que motean sus términos, configurando un conjunto de fortificaciones medievales del mayor interés.
Desde su atalaya la vista se pasea por los pacíficos olivares que han sustentado el crecimiento del municipio hasta el presente. Como villa caminera, Torredelcampo aceleró su desarrollo al terminar la conquista, beneficiada por la paz subsiguiente. Hoy, las actividades que determina su proximidad a la capital rivalizan con la agricultura como factor básico de su expansión.
VISITAS OBLIGADAS: LA IGLESIA DE SAN BARTOLOMÉ, LA ERMITA DE SANTA ANA Y CERRO MIGUELICO
Iglesia de San Bartolomé: La construcción del monumento más señero de Torredelcampo comenzó a fines de la Edad Media en un solar adyacente al castillo. Se labró primero un templo de trazas góticas que en la segunda mitad del siglo XVI fue suplantado casi en su totalidad por el admirable edificio manierista que hoy prevalece. En su obra se dieron la mano dos prolíficos arquitectos del clasicismo en el reino de Jaén, Francisco del Castillo «el Viejo» y su hijo homónimo, apodado «el Mozo», aunque más bien fuera éste, con sus gustos italianizantes, quien dejara en San Bartolomé una impronta más profunda. El cuerpo de la iglesia se distribuye en tres naves de ancho desigual en planta de salón, la central con bóvedas esféricas decoradas con motivos geométricos que apean sobre grandes pilares cruciformes de orden toscano. La capilla mayor, saliente en la cabecera, corresponde a la primitiva fábrica gótica, con planta poligonal y bóvedas de crucería.
Ermita de Santa Ana y Cerro Miguelico: El Llano de Santa Ana, un lugar de esparcimiento con fantásticas panorámicas de la campiña, completa este paraje. Sendero arriba se suceden los enclaves donde se impone la naturaleza. Primero, el bosque de la Bañizuela, una mancha de monte mediterráneo con quejigos, encinas, acebuches y diversos arbustos. Desde las Torrecillas se accede a los pliegues de la falda de la sierra, con hermosos lugares como la Cascada, un salto de agua con bosque de galería, o el puerto del Aire,que conduce a las cimas.
En el promontorio aparece también la impresionante muralla ciclópea del yacimiento de Cerro Miguelico, vestigio de un oppidum ibérico, un asentamiento fortificado establecido en el siglo VI a. C. y luego poblado por romanos, visigodos y musulmanes hasta, al menos, el siglo X, cuando servía de refugio a campesinos y representantes del estado.
Torredelcampo en el Camino Mozárabe de Santiago
Torredelcampo está situado en el Camino Mozárabe de Santiago por la provincia de Jaén, siendo lugar de paso de todos los peregrinos que salen desde Jaén capital, de hecho se encuentra a diez kilómetros desde la Catedral de Jaén. Además de disfrutar de sus gentes y preciosas vistas, el peregrino podrá degustar el buen aceite local.
Información al peregrino: 953.415.000