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Al final de la avenida de Andalucía en dirección a Málaga o Córdoba se puede ver, a la derecha de la calzada, una pequeña señal con una placa de fondo azul sobre la que se posa un dibujo amarillo con forma de concha. Es una de las primeras que se pueden encontrar en el inicio de la ruta mozárabe hacia Santiago de Compostela, un camino de más de 1.300 kilómetros hasta alcanzar la localidad gallega. Por este punto de referencia pasaron ayer José Ramón Vázquez y Javier de la Nava, dos peregrinos que llenaron la mochila, se la colocaron en los hombros y empezaron a andar. El primero dirige la expedición y será quien realice toda la ruta de forma íntegra. Javier de la Nava, por su parte, viajará ahora hasta Córdoba, luego detendrá la peregrinación y la retomará más adelante.

En Granada solo estuvieron una noche porque la velocidad con la que se dirigen a Santiago es alta. Suelen tardar una hora en recorrer cinco kilómetros y caminan entre siete y ocho horas al día. Esto les permitió, por ejemplo, salir de la capital a primera hora de la mañana del martes y llegar a Moclín poco después de comer, en donde finalizó el primer día de esta larga ruta. Al día siguiente, de otra zancada, alcanzaron Alcalá la Real y en solo dos jornadas recorrieron 56 kilómetros. Este ritmo medio es el que permite planificar llegar a Compostela en la cuarta semana de mayo.

Alcanzar la meta

Una etapa normal del Camino de Santiago comienza entre las seis y las ocho de la mañana. Estos peregrinos caminan aproximadamente durante dos horas y media, momento en el que se detienen para comer algo ligero y recargar las pilas. Luego se realiza otro tramo de la misma duración, que suele variar en función del lugar en el que esté previsto comer o de los kilómetros que queden para alcanzar la meta en esa jornada. No se suelen recorrer menos de veinte kilómetros en un día, pero se puede llegar a caminar hasta más de cincuenta si el tiempo y las piernas acompañan.

Una experiencia con presos que les enganchó
José Ramón Vázquez y Javier de la Nava realizaron su primera peregrinación a Santiago de Compostela en 2008. Lo hicieron en una experiencia con reclusos a los que se les permitió realizar el camino. Aseguran que al andar a su lado aprendieron a darle importancia a diferentes situaciones cotidianas que hasta entonces habían pasado desapercibidas para ellos, como un amanecer. «La relación con internos fue maravillosa. Me hizo poner en valor lo que supone aprovechar cada segundo o poder contemplar las estrellas en libertad», comenta José Ramón Vázquez, quien se sentía afortunado cada vez que se sentaba a preparar con los presos las etapas y los lugares de España y Francia por los que se iba a realizar la peregrinación hasta Santiago.

En este viaje hacia la ciudad gallega decidieron hacer cada día una puesta en común de las sensaciones que cada jornada de Camino generaba. «Descubres que puedes ser útil para otras personas y lo que ellas te pueden aportar», cuenta Javier de la Nava, quien analiza que esta peregrinación generó en él «una necesidad de hacer el camino cada año», que trata de saciar con viajes a pie más o menos extensos, en función del tiempo disponible.

Para iniciar el Camino de Santiago desde tan lejos se necesita tiempo y dinero. José Ramón Vázquez y Javier de la Nava eran dos trabajadores de una entidad bancaria que han sido prejubilados. Tienen 58 y 59 años, respectivamente. El primero calcula que cada día rumbo a Compostela cuesta unos 40 euros diarios –en total este viaje puede suponer unos 1.800 euros–. A ello hay que sumar una inversión previa en ropa, mochila y calzado que suele moverse en torno a 300 euros si quieren evitar problemas futuros como ampollas o rozaduras. El elemento más importante, según los peregrinos, es el calzado, que debe ser madurado días antes de comenzar el Camino para adaptarlo al pie sin excesiva prisa. Todo lo que se desee llevar debe entrar en una mochila, cuyo peso recomendado no debe exceder los doce kilos. Ambos coinciden también en recalcar la importancia de un buen descanso cuando se tiene previsto hacer una peregrinación tan larga.

Un factor aleatorio durante las etapas del camino es el tiempo. José Ramón Vázquez y Javier de la Nava inician su ruta en las primeras semanas de primavera porque estiman que es la mejor época del año para evitar el calor intenso y la probabilidad de precipitación. De los dos elementos, la lluvia es el más perjudicial ya que provoca efectos adversos mayores al impedir que se seque la ropa con la que se viaja cuando es lavada o al generar en el ambiente una mayor humedad, que va en perjuicio de la salud de los pies.

Javier de la Nava cree que el caminante tiene que ser fuerte en el plano físico, psicológico y emocional. Para él no solo hay que tener buenas piernas para andar de forma consecutiva durante mes y medio, sino también ser capaz de superar los momentos de adversidad y no dejarse sobrepasar por las dificultades. Considera además que el factor espiritual, «que algunos peregrinos tienen y otros no», es determinante para tener una ayuda extraordinaria rumbo a Compostela. «Hay momentos duros en los que se quiere tirar todo el Camino por la borda, pero hay algo que empuja de ti y te ayuda a llegar a Santiago», relata.

«El camino, la naturaleza y el silencio mientras viajas te ‘hablan’», explica José Ramón Vázquez, quien cuenta como en una de sus primeras peregrinaciones probó a viajar escuchando la radio y se sintió incómodo. Entiende que el Camino de Santiago es un reto físico, pero que además requiere una preparación interna previa, que previene de las piedras que se vayan encontrando en las etapas que llevan hasta Galicia. «Se necesita una fortaleza mental que debe ayudar para seguir peleando y alcanzar Santiago», explica José Ramón Vázquez.

Solo y en compañía

No será la primera vez que José Ramón Vázquez y Javier de la Nava pisen la plaza del Obradoiro, en la que se encuentra la catedral de Santiago de Compostela y a la que hay que llegar para dar por concluida la peregrinación. Los dos han experimentado en años anteriores otras rutas más cortas y ahora han decidido unir a pie «dos ciudades con carácter simbólico en plena fractura entre civilizaciones».

José Ramón Vázquez estará acompañado durante la mayoría de kilómetros que recorrerá hacia Galicia, pero reconoce que también quiere realizar algunas etapas en solitario. Guarda un buen recuerdo de lo que supuso para él en anteriores peregrinaciones viajar solo y no le importa volver a repetirlo: «El Camino supone encontrarte contigo mismo, con la paz interior que te genera. Descubres que durante la vida se le dan vueltas a muchas tonterías que se vuelven sencillas cuando todo lo llevas en una mochila».

Fuente: IDEAL

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