PREPARACIÓN FÍSICA
La peregrinación a pie está al alcance de cualquier persona, pero hay que saber controlar el esfuerzo en función de la capacidad física.
Por tanto, es recomendable el entrenamiento, recorriendo cada trayectos más amplios, y si es posible, con peso a la espalda llevando el equipo que estimes oportuno para este menester; de este modo podrás comprobar qué pocas cosas son realmente necesarias.
LA EQUIPACIÓN
Mochila
La mochila, sustituta de la primitiva escarcela peregrina, ha de ser cómoda y ligera, de tipo anatómico, dado el número de horas que la tendremos a la espalda. También conviene que posea un buen número de bolsillos externos, para evitar objetos colgados por fuera.
Lo más pesado – dependiendo de su frecuencia de uso – debe ir al fondo y próximo a la espalda, para que la columna vertebral sufra lo menos posible. Se establece como peso aceptable a transportar de 8 a 10 kilos como máximo.
Esterilla y saco de dormir
En los albergues y refugios, es imprescindible el uso de esterilla y saco de dormir.
Ropa
Holgada y transpirable para evitar roces y/o dermatitis. Se recomiendan dos mudas, un para uso en ruta, y otra para ponerse tras la ducha. No obstante, la experiencia nos aconseja llevar una muda más.
Se recomiendan los pantalones de algodón. Para evitar tener que decidir si corto (por el calor) o largo (por los arbustos y el sol) es recomendable optar por uno desmontable.
Es necesario llevar algún jabón detergente, para lavar la ropa de la jornada. En verano es necesaria alguna prenda de cabeza que proteja bien del sol (mejor un gorro de ala ancha que una gorra de visera…), y en invierno, un pasamontañas o similar.
También hay que contar con un chubasquero, mejor tipo poncho, de modo que si hemos de cubrirnos con él, también pueda protegerse la mochila.
Calzado
Es muy importante que estemos previamente acostumbrados al que vayamos a usar durante el camino: botas de senderismo o zapatillas de deporte, según las necesidades o preferencias de cada uno.
Unas chanclas o sandalias de goma también son necesarias para la ducha y liberar los pies tras el esfuerzo del día.
Aseo
Los útiles de aseo serán los recomendables en cualquier viaje, con dos consejos importantes: conviene aligerar peso lo más posible, así – por ejemplo- si podemos usar para nuestro lavado un jabón tipo lagarto , podremos usarlo también como detergente para la ropa; o bien una misma cosa como champú y jabón. También debemos llevar un poco de papel higiénico.
Botiquín
Debe confeccionarse en función de tres agresiones principales: rozaduras, quemaduras solares y dolencias propias del peregrino. En el primer caso, yodo, pomada tipo halibut, tijeras, gasas estériles, vendas pequeñas, esparadrapo ancho y de tela, tiritas, aguja e hilo y pinzas. En el segundo caso, crema protectora solar y barra de cacao labial. Por último medicación de uso habitual: comprimidos analgésicos, crema antiinflamatoria-analgésica y medicación de uso propio habitual (optativo: repelente de insectos). Se debe llevar también la cartilla sanitaria correspondiente.
Comida y bebida
Conviene llevar siempre un poco de comida: frutos secos, chorizo, queso, dos piezas de fruta galletas y algo de pan (optativo: algún sobre de azúcar).
Es importante llevar agua, bien embotellada o una cantimplora, ésta última recomendable que sea de chorrito, para mejor dosificar el agua.
Otros
No conviene llevar mucho dinero encima, es preferible usar tarjetas de crédito, pero sólo servirán en localidades y establecimientos de cierta entidad, por lo que hay que informarse de la existencia o no de bancos, cajeros automáticos, ect…
Son imprescindibles las gafas de sol. También es recomendable llevar un teléfono móvil. Nos puede auxiliar frente a imprevistos.
El bordón (bastón del peregrino), aparte de su simbolismo, es muy útil cuando el cansancio comienza a hacernos mella, en las subidas y bajadas pronunciadas, para vadear arroyos y cuando nos sale al paso algún perro.
No está de más llevar una pequeña navaja multiuso, una linterna también pequeña y un despertador.
Sobre el terreno
En verano se evitan las horas de más calor saliendo con las primeras claridades del día. Las primeras jornadas buscaremos el ritmo de la marcha que nos resulte más cómodo, y sin darnos cuenta, el propio cuerpo se adaptará a dicho ritmo. A media mañana hay que buscar la protección del sol (crema, cacao, gafas y gorro).
En los tramos de carretera, siempre que sea posible, trataremos de andar por la tierra aledaña, evitando el asfalto. Si no tenemos más remedio que pisarlo, iremos (siempre en fila, si vamos en grupo) por el arcén, respetando escrupulosamente las normas viales. Hay que recordar que en caso de accidente, nosotros siempre llevaremos la peor parte.
Si se come antes de finalizar el recorrido de la jornada, conviene que sea la cantidad mínima para recuperar fuerzas.
En los refugios y albergues
Son las dos modalidades de acogida por excelencia: El albergue es un lugar realizado ex-profeso para el peregrino, transeúnte, caminante, etc…y suele caracterizarse por poseer agua corriente, servicios y cama con o sin ropa.
El refugio es una construcción cuyo fin es otro (polideportivos, soportales, habitaciones aisladas) distinto al de alojar al peregrino, si bien, ocasionalmente, se le da este uso, proporcionando lo mínimo.
Ambos son ofrecidos a los peregrinos de manera altruista por instituciones, comunidades, asociaciones, parroquias, ect. No todos se hallan en buenas condiciones; aceptemos de buena gana lo que nos ofrecen.
Es muy posible que en los albergues no estemos solos. Tratemos de respetar el descanso de los demás.
Pongamos el máximo cuidado por nuestra parte para que al abandonarlo, el peregrino que venga detrás de nosotros, lo encuentre mejor de como lo hemos encontrado. Seamos respetuosos con los útiles y enseres de que dispone. Siempre que se pueda dejaremos un donativo.